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Parte V   Son las 04:00 a.m, y Felipe se ha despertado. El teléfono de su cuarto no ha dejado de sonar. Felipe atiende la llamada. Su amigo Esteban Lozada le comunica la situación, que minutos antes, se suscitó en la universidad, aunado a ello, le recomienda mantenerse a salvo porque lo más probable es que fuese acusado por actos vandálicos. Después de colgar, Felipe tomó una mochila, y en ella guardó ropa, lápiz, libreta, grabador y un libro que atesora desde la partida de su abuelo Feliberto. Tomó su mochila, salió de la casa y encendió su moto.  Sin rumbo, recorrió oscuros callejones hasta adentrarse en las profundidades de un cerro cercano. Felipe  experimentó ansiedad por la situación. En ningún momento quiso que sus amigos y familiares sufrieran las consecuencias por algo que él no hizo. Estuvo varios días en el cerro sin saber qué acontecía. El no saber, lo atormentaba y tomó la decisión de enfrentar la situación. Se dijo a si mismo, que su gente no merecía pasar por este mal mo
Parte IV      Estoy frente a una máquina de escribir marca Olivetti, transcribiendo el último párrafo de la carta (petición de Felipe). A las 02:15 p.m tendré la clase de Estadística II. Son las 12:07 p.m, el timbre de la casa suena. Felipe se asoma a la ventana para ver de quién se trataba ¡Qué nervios estar así! Una chica con anteojos, vestido floreado y unos libros en mano se encontraba frente a su puerta. Era mi amiga Manuela, a quien la preocupación le ganó y fue a buscarme, de paso, con libros en manos para la clase.  Terminé la carta, y en voz alta la leí para Manuela y Felipe. Al parecer, ha sido del agrado de ambos, culminando de esta forma mi aporte a la causa por este día. Con el apuro de llegar a tiempo a clases, dejé mis lápices de colores cerca de la máquina de escribir, acto que lamenté porque son mis favoritos. Finalizada la clases de Estadística II, Manuela me llamó a parte para decirme algo: "¡estás loca! ¿qué te pasa?, parece que Felipe te ha lavado el cerebro.
Parte III   Caminaba en dirección a una calle que nunca había transitado. Me preguntaba el porqué Felipe querría verme, si a penas me conoce. Frente a mi, la casa 17, toqué la puerta dos veces, recuerdo que en ese momento los nervios se apoderaban de mi. Felipe abrió la puerta y me sonrió, me hizo pasar y recorrer un pasillo, encontrándose al final de éste una habitación. Al entrar,  nos sentamos en un sofá y me contó todo lo que vivió en estos días de ausencia, quise decirle que temí por su vida pero no era el momento, sin embargo; no dudé en preguntarle sus razones para citarme siendo yo, una extraña.   Felipe rió y me miró a los ojos, luego me dijo: -para empezar no eres una extraña, y te cité a mi refugio como suelo considerarlo porque deseaba verte. No me mal interpretes por citarte en este lugar, mi habitación. Hubiese sido idóneo vernos en un lugar público pero las condiciones actuales no me permiten exponerme.    Escucharlo decir que deseaba verme me sonrojó, mis manos estaban
Parte II    14: 57 p.m, día viernes 24 de abril,  no he sabido nada de Felipe desde su liberación un lunes 15 de abril. Recorro los pasillos de la universidad y los lugares donde solía verlo cuando protestaba. No se escuchan rumores sobre él, me parece tan raro que en tan poquito tiempo su lucha y su nombre se hayan desvanecido con las circunstancias.     Temo por su integridad física, ¿dónde estará?, ¿qué habrá sido de él cuando fue liberado? Son tantas preguntas que se formulan en mi cabeza que me siento inquieta al no tener respuestas. Me parece que Felipe está pagando un alto precio por defender una causa en la que puede perder mucho y ganar tan poco; a penas fue encarcelado y nadie salio en su defensa.  Su valentía es admirable y las razones de su lucha tan válidas como válidas son las ideas que defiendo yo, como por ejemplo, la razón no puede dejarse aún lado y permitir que los impulsos tomen el control, menos, permitirse escuchar solo las ideas u opiniones que conjuguen con idea
Marita Así Lo Ve Parte I   Puede que estés esperando una carta mía, diciendo lo que no pude decir ese día bajo aquel sol inclemente de mediodía, estaba en pausa, pensando qué decir; estabas guapísimo con tu camiseta negra y tu jean desgastado. No hay un día que no mire tu foto, que no robes mis suspiros, porque son robados. No supe en qué momento me enamoré de ti, Felipe.   Estaba en la universidad, en el salón No. 45, presentando un examen de Cálculo cuando irrumpieron otros estudiantes en el salón para que todos los que estábamos ahí, saliéramos a formar parte de la protesta cuya consigna era "NUESTRA UNIVERSIDAD ES AUTÓNOMA. NO LE PERTENECE AL ESTADO". Un chico con megáfono en mano estaba liderizando la protesta, su cara se ponía de un rojo tomate cuando hablaba, se notaba cansado. Escuché cuando me acercaba a la tarima donde él se encontraba: "¡Felipe te apoyamos!".   Pasaron unos cuantos meses, años, no recuerdo bien, cuando cruzamos las primeras palabras. Él e
MARITA ASÍ LO VE
MARITA ASÍ LO VE