Parte II
14: 57 p.m, día viernes 24 de abril, no he sabido nada de Felipe desde su liberación un lunes 15 de abril. Recorro los pasillos de la universidad y los lugares donde solía verlo cuando protestaba. No se escuchan rumores sobre él, me parece tan raro que en tan poquito tiempo su lucha y su nombre se hayan desvanecido con las circunstancias.
Temo por su integridad física, ¿dónde estará?, ¿qué habrá sido de él cuando fue liberado? Son tantas preguntas que se formulan en mi cabeza que me siento inquieta al no tener respuestas. Me parece que Felipe está pagando un alto precio por defender una causa en la que puede perder mucho y ganar tan poco; a penas fue encarcelado y nadie salio en su defensa. Su valentía es admirable y las razones de su lucha tan válidas como válidas son las ideas que defiendo yo, como por ejemplo, la razón no puede dejarse aún lado y permitir que los impulsos tomen el control, menos, permitirse escuchar solo las ideas u opiniones que conjuguen con ideales propios. Hasta para protestar hay que tener estrategias.
Domingo 27 de abril, me dirijo a la casa de mi amiga y también compañera de estudios, Manuela Castellana, estamos atrasadas con el análisis del teorema de Jean Baptiste Joseph Fourier. A punto de finalizar con la actividad, Manuela me entrega una nota: -Te espero en la calle 23, casa 17, hora 19:00 p.m. Le pregunté quién la enviaba y me contestó:- Felipe, él desea verte. En días pasados pregunté por él, y para mi sorpresa nadie sabía nada, y nadie hacía nada, es decir, que la lucha muere con él. Esta nota me la entregó Rafa, supongo que es su amigo. Me dijo que era para ti. Si piensas asistir quiero ir contigo, puede ser peligroso.
Continuará...
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