Parte V

  Son las 04:00 a.m, y Felipe se ha despertado. El teléfono de su cuarto no ha dejado de sonar. Felipe atiende la llamada. Su amigo Esteban Lozada le comunica la situación, que minutos antes, se suscitó en la universidad, aunado a ello, le recomienda mantenerse a salvo porque lo más probable es que fuese acusado por actos vandálicos. Después de colgar, Felipe tomó una mochila, y en ella guardó ropa, lápiz, libreta, grabador y un libro que atesora desde la partida de su abuelo Feliberto. Tomó su mochila, salió de la casa y encendió su moto. 

Sin rumbo, recorrió oscuros callejones hasta adentrarse en las profundidades de un cerro cercano. Felipe experimentó ansiedad por la situación. En ningún momento quiso que sus amigos y familiares sufrieran las consecuencias por algo que él no hizo. Estuvo varios días en el cerro sin saber qué acontecía. El no saber, lo atormentaba y tomó la decisión de enfrentar la situación. Se dijo a si mismo, que su gente no merecía pasar por este mal momento, pues él, no era un delincuente para estar huyendo. 

 Concentrarme en clases me resultaba difícil. No tener noticias de Felipe, me desesperaba. Pensaba lo peor. Nadie, absolutamente nadie en la universidad, sabía de él. Me molesté muchas veces al escuchar mentiras sobre él. Cada quién, tenía una versión diferente de la situación, incluso, se comentó que amenazó con secuestrar al actual decano, si éste lo acusaba. "¡Qué horror! Felipe jamás haría algo así". 

 Una mañana, se escuchó un gran alboroto en los pasillos de la universidad. Me encontraba en el salón A-3, escuchando la clase de Estadística II y tomando apuntes para el próximo examen. El profesor detuvo la clase al escuchar tanto ruido y nos pidió salir del salón para evitar ser lastimados. Salí corriendo con libros en manos sin rumbo. En la medida que me acercaba a la plaza de la universidad, una voz se amplificaba cada vez más. Felipe, se dirigía a todos los estudiantes empleando un megáfono.

"Como no he cometido ningún delito, aquí estoy. Espero que no se vulneren mis derechos, y antes de que procedan con mi detención por delitos que no cometí, quiero decirles a todos los presentes: ¡Gracias por acompañarme en esta lucha, nuestra lucha!. Recuerden, no luchamos por una infraestructura, luchamos por el derecho a una educación sin injerencias políticas".

 Verlo me devolvió el alma al cuerpo, sensación que se desvaneció casi de inmediato, cuando pensé lo mal que lo pasaría, si lo atrapan. Corrí hasta acercarme a él. Lo más cerca que pude estar de él, es a 1 metro de distancia, estuvo rodeado de mucha gente. A mi no  me quedó de otra que desmayarme. Era la única opción para llamar su atención y pedirle que escapara. 

 Al desmayarme, escuché voces pidiendo auxilio. Sentí que alguien me tomaba en sus brazos y agilizaba sus pasos. Deseaba que fuese Felipe. Mantuve mi actuación hasta que las voces se escuchaban menos. Abrí mi ojos a media. El hombre que me llevaba en sus brazos resultó ser Felipe. Continué con mi actuación, esta vez, fingí delirar con la intención de que agilizara más el caminar. Una vez cerca de la enfermería, le dije que escapara. Felipe me soltó, se enojó y acto seguido me dijo: " veo que te sientes mejor. Agradezco tu preocupación, pero no consideraré tu recomendación. No soy delincuente. No huiré".

 Ese día Felipe fue detenido, maltratado y enjuiciado a 8 años de prisión por  delitos que no cometió. Pese a este escenario injusto, los estudiantes marcharon por las calles de la ciudad clamando su liberación. Fueron momentos muy difíciles para todos, más para Felipe y su familia. Sin embargo, no pasó más de 6 meses, cuando Felipe fue liberado. Ese día, sus padres tenían para él un pasaje de ida para otro país. 

  Al saber de su liberación, fui de inmediato a su casa. Toqué dos veces la puerta.  Felipe me recibió en la entrada de su casa. Moría por besarlo, así que la pena la metí en los bolsillos de mis jeans y lo besé. Ese hombre me correspondió el beso. Nos abrazamos...

Continuará 💖💕