PARTE VIII Nadie escapa de sus propias críticas. Hay que ser muy valiente para mantenerse firme en el terreno de los sueños. No solo de ideas se puede cosechar algo, es necesario la acción para arar el camino. Martirio tenía en su haber muchos frutos de su constancia y valor. Logró labrar un camino como cocinera. Ahora nadie dudaba de su talento, a los 70 años asumía el control de la cocina de su restaurante. Quién pensaría que su sueño era el reflejo de un talento oculto. Ese talento que le concedió la dicha de disfrutar en vida, el amor por la comida. En esas horas en que el sueño se ausentaba, las ideas hacían de las suyas y era necesario plasmarla en su cuaderno de notas. Más le gustaba dibujar, era como una dosis de fantasía para obtener una nueva pócima de sabor. Aunque todo era felicidad, el tiempo fue haciendo de las suyas y detenía los tic tac de un corazón que resonaba con el aroma de sus comidas, su amor sublime, su amor eterno se marchaba a otro plano. Con