PARTE VIII
Nadie escapa de sus propias críticas. Hay que ser muy valiente para mantenerse firme en el terreno de los sueños. No solo de ideas se puede cosechar algo, es necesario la acción para arar el camino.
Martirio tenía en su haber muchos frutos de su constancia y valor. Logró labrar un camino como cocinera. Ahora nadie dudaba de su talento, a los 70 años asumía el control de la cocina de su restaurante. Quién pensaría que su sueño era el reflejo de un talento oculto. Ese talento que le concedió la dicha de disfrutar en vida, el amor por la comida. En esas horas en que el sueño se ausentaba, las ideas hacían de las suyas y era necesario plasmarla en su cuaderno de notas. Más le gustaba dibujar, era como una dosis de fantasía para obtener una nueva pócima de sabor. Aunque todo era felicidad, el tiempo fue haciendo de las suyas y detenía los tic tac de un corazón que resonaba con el aroma de sus comidas, su amor sublime, su amor eterno se marchaba a otro plano. Con la vejez a cuesta, la poesía de Manuel llenaba sus días. Leer sus cartas le dejaban saber que se había marchado en físico, pero su alma estaba muy unida a ella. Todo lo que logró y vivía a su edad era el resultado de haber contado con el apoyo de su esposo.
Martirio tenía en su haber muchos frutos de su constancia y valor. Logró labrar un camino como cocinera. Ahora nadie dudaba de su talento, a los 70 años asumía el control de la cocina de su restaurante. Quién pensaría que su sueño era el reflejo de un talento oculto. Ese talento que le concedió la dicha de disfrutar en vida, el amor por la comida. En esas horas en que el sueño se ausentaba, las ideas hacían de las suyas y era necesario plasmarla en su cuaderno de notas. Más le gustaba dibujar, era como una dosis de fantasía para obtener una nueva pócima de sabor. Aunque todo era felicidad, el tiempo fue haciendo de las suyas y detenía los tic tac de un corazón que resonaba con el aroma de sus comidas, su amor sublime, su amor eterno se marchaba a otro plano. Con la vejez a cuesta, la poesía de Manuel llenaba sus días. Leer sus cartas le dejaban saber que se había marchado en físico, pero su alma estaba muy unida a ella. Todo lo que logró y vivía a su edad era el resultado de haber contado con el apoyo de su esposo.
Sentada en el jardín de su casa y con la poca fuerza que le quedaba, dirigía a su nieta en la preparación de una sopa. El legado para su nieta que por cierto, gustaba de cocinar, era su cuaderno de notas. En las últimas páginas de su cuaderno citaba lo siguiente: "la experiencia de cocinar es sumamente atractiva, tanto, que los aromas no se olvidan y así como la vida misma, todo tiene un ingrediente que le da ese sabor ideal...el amor."
FIN
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