Marita Así Lo Ve
Parte VII
De regreso a casa, pensé en todo lo que iba a hacer para ver a Felipe pronto. Estaba fantasiosa, sumergida en una burbuja placentera, envolvente y desafiante. No era momento para entristecerme, al contrario, me sentía fuerte y decidida para tomar el siguiente paso.
Felipe y yo, mantuvimos la comunicación a través de correspondencias; a veces pasaba un mes sin saber de él y mi ansiedad afloraba, situación que paso a paso fui trabajando en mi, recordándome que somos almas libres que se encontraron y divinamente han conectado para un fin, pero que muy bien, podemos estar el uno sin el otro, sintiéndonos conectados. Las matemáticas también contribuyeron a que tomara control de mis pensamientos, hubo tanto que estudiar, comprender y concluir en ese tiempo que Felipe estuvo ausente.
Felipe estaba residenciado en Valencia-España, culminó su pregrado y continúo con sus estudios, lo mismo he hecho yo. La distancia no fue impedimento para estar de alguna manera, comunicados. Trabajé transcribiendo tesis, luego como docente en algunos colegios, y finalmente como guía turística en la Isla de Margarita, gracias a mi gran amiga Manuela. Con estos trabajos pude reunir y comprar mi pasaje para visitar a Felipe. Estaba tan emocionada ese día de la compra del pasaje, que no podía creer lo que había logrado. De repente, la distancia dejó de ser un obstáculo para convertirse en ese estimulo que me conduciría a trabajar por lo que deseaba.
En la última carta que le envié a Felipe, le comuniqué que iba a verlo, que me esperara para el 24 de marzo. En respuesta a mi carta, manifestó estar asombrado, que de haber sabido mis intenciones, él hubiese contribuido con los gastos. En sus últimas líneas, escribió estar sorprendido de mi hazaña, deseaba que los días transcurriesen rápido para verme. Esperaba mi llegada para decirme en persona lo que en cartas no quiso expresar...
Continuará...
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