Leí hace poco esta frase: "vive como si te quedara este día". Pensé que es muy poco tiempo para hacer lo que tenía en mente, y eso me condujo a preguntarme: ¿qué me llevaría en un morral?. Entonces, empecé a organizar el morral, y fue un choque directo a mis emociones y a la razón al ver que poca ropa, un par de zapatos cómodos y un libro era todo lo que podía llevar. Del resto, miraba zapatos y ropa que dejaba, sintiendo que no me hacía falta como una vez pensé cuando los compré.
Finalizada la organización del morral, por primera vez, estaba liviano. Luego imaginé la despedida, veía a mis viejos: mi "Dalai Lama" y a mi "Doña Bárbara" como suelo llamarlos, a mis hermanos y sobrinos, el cuadro familiar completo. Entre sollozos, abrazos fortísimos y diciéndonos cuanto nos queremos, que pocas veces nos decimos, pero igual sentimos el amor de cada uno. Sé que no saldría ilesa de ese mar de llanto.
Continuando con mi ruta imaginaria, saliendo de casa, mantengo mi vista al frente, no miro atrás, porque sería más fuerte la partida. En mi mente solo debía permanecer este día, por lo que no podía detenerme. Ahora bien, todo este escenario imaginativo se esfumó cuando me pregunté: ¿por qué imagino tantas cosas en vez de hacer lo que realmente puedo hacer hoy?. Haciendo alusión a la frase inicial, es más placentero vivir este día, haciendo lo que hoy es posible hacer, que estar sujeto a proyecciones de la cual, no se tiene certeza que se cumplirá.
Después de todo, acomodar el morral sirvió para comprender que para sentirme bien no es necesario ir lejos, tampoco, llenarme de cosas.