El resplandor de la luna sorprende su rostro al descubierto, busca señales que le indiquen donde está. Una casa con poca iluminación, unas paredes llenas de polvo y en ellas, unos cuadros de personas que no conoce, es lo que observa mientras recorre el lugar. Repentinamente, un hombre de tes blanca con vestimenta de los años 20 se acerca a una escalera, mientras lo ve detenidamente, el hombre avanza hasta el último escalón; al concluir la subida, aquel extraño se gira para verle, pero... no ve nada a su alrededor.
No sabe por qué está en ese lugar. Continúa el recorrido por el interior de la casa, sintiendo la compañía de seres étereos que le susurran sin poder entender lo que dicen; un ruído estruendoso rompe la comunicación. La alarma de su móvil se ha activado a las 6:00 a.m, Eligia, entre dormida y despierta, tantea con sus manos los extremos de su cama en búsqueda de aquel tormentoso ruido para silenciarlo.
Otra noche con sueños extraños, que no le generan miedo como en un principio; ha optado por mantener encima de la mesita que está al lado de su cama, una libreta con lápiz para apuntar el sueño que al aparecer los primeros rayos del sol, estará leyendo. Se asombra con cada escrito, la mayoría de los parajes que relata le son desconocidos, así como las personas e informaciones que recibe.
Un día normal en la vida de Eligia transcurre sin problemas, pero basta que duerma un poco para viajar a otro lugar, una dimensión a la que suele llegar en compañía de seres invincibles, a los que no teme y guían su trayecto. Siente como sus sentidos perciben con exactitud cada sueño, como si se tratase de la realidad. Mensajes le son descifrados, pero no les da la importancia que ameritan por ser incrédula antes tales hechos, manifestándose luego de una forma asombrosa.
Pocas veces, Eligia tiene sueños con familiares fallecidos, vivenciando el tránsito de sus almas por los recuerdos, similar a retroceder una cinta. Cuando eso le sucede, despierta conmovida y pensativa. Un día soñó con su abuelo paterno, fallecido hace mucho tiempo; en el sueño, Eligia conversó con él, surgiendo esta pregunta: "abuelo ¿cómo es la muerte?, su abuelo le respondió lo siguiente: "todo lo que aprendes en la vida es lo que te ayudará a transitar por este camino".
Después de ese sueño, Eligia reflexionó sobre la vida y la muerte, pensó en muchas personas que creían en el consuelo de la muerte, porque en ella encontrarían la paz que tanto anhelaban, y al parecer no era así, según lo que su abuelo le comentó. Eligia comprendió la importancia de sanar las heridas emocionales, afrontar los temores, y vivir de la mejor forma posible, preparando el alma para fluir.
Eligia no cree tener un don, ni siente que tiene algo especial, aunque, la curiosidad le embarga de vez en cuando, sintiendo el deseo de consultarle a una vidente sobre sus sueños. Sueños que también han revelado su futuro, asombrándose de cómo se manifiesta su espirítu ante esas circunstancias. Eligia no se precipita a darle un significado lógico a lo que vive, tampoco comenta acerca de ello para no darle más importancia de lo que considera, debe darle. Sus sueños pueden ser un portal a otra dimensión, que permanecerá en su libreta, aguardando ser comprendido.
