FINAL

"La tempestad ha pasado, la calma y un silencio cautivador toma control de la situación". 

No fue fácil asumir el problema; sin embargo, enfrentarlo era necesario,  a pesar de tantas vueltas para hallar lo que juntos no encontramos.

Yo, deseando ser madre por una necesidad de ser parte de las mujeres que tienen una familia, y un hogar al mejor estilo de los cuentos de hadas, pero la realidad, mi realidad me mostró algo más auténtico, rebelarme a lo que una vez me inculcaron como importante para una relación de pareja, tener hijos.

Creí que no ser madre era estar incompleta como mujer, que mi esposo dejaría de amarme por eso, estaba equivocada. ¿Dónde quedaba yo como ser humano?, acaso era menos mujer por no ser madre, pues no. Viví mi propio duelo, me separé de el hombre que amo porque deseaba encontrarme. Cosa extraña esto, de sentir que nada encajaba, ni siquiera mi relación. No tenía paz, y como acto inesperado, ubiqué una residencia cuya dueña resultó ser psicóloga. Fue terapéutico mi permanencia en su casa, para luego enfrentar con más herramientas mi vida.

Estuve obsesionada con ser madre, y como no lograba lo que anhelaba, me sumergí en un dolor que me desgastaba emocional y espiritualmente, mientras el tiempo continuaba su marcha. Lloré hasta más no poder. Sentí que dejaba un pasado que me enloquecía y a la vez, me arrastraba a un calvario interno, entonces, decidí arriesgarme a enfrentar uno de mis mayores temores, vivir sin Gustavo. Era lo justo para ambos. 

Después de cinco (5), hoy me siento aliviada, solté mi ira, me abracé, y me acepté como soy.  Amo quien soy, me siento completa. 

Gustavo y yo, pasamos por muchos altibajos y la distancia entre nosotros fue necesaria. Permitirnos sanar por separado para luego reencontrarnos, tuvo sus resultados. Decidimos continuar juntos, amándonos, respetándonos y comunicándonos. 

La vida es maravillosa y hay miles de razones para ser feliz, porque mientras me detenía por eso que consideraba mi "sueño anhelado", el mundo no dejaba de moverse, quien se detenía era yo, así de sencillo. 

Lo maravilloso de todo este proceso fue reencontrarme conmigo, valorar lo que tengo y dejar de pensar en el futuro y disfrutar mi presente, mi ahora. Dicen que las herramientas para sanar están en uno mismo, y ahora entiendo la razón de esta premisa.