PARTE V

"El ser humano se desequilibra en ausencia de paz, por eso, algunas  parejas se separan amándose para encontrarla, porque juntos sólo  generan un caos."

Azucena no quiere quedarse en su casa y habla con Gustavo para que èl, pueda permanecer en ella sin problemas. A Gustavo le sorprende, nuevamente, esta última novedad; porque Azucena no tiene otro lugar donde refugiarse, además, no gusta de quedarse en casa de sus padres para evitar cuestionamientos. Gustavo pregunta:

-¿Dónde te quedarás?. 

Azucena algo dudosa, responde que vivirá en una pequeña habitación que le queda cerca de su trabajo. Aparentemente, el lugar es tranquilo y piensa que podría permanecer en ese sitio.  

Gustavo lloraba por dentro. Ella se iba y èl, debía lidiar con los recuerdos y la angustia de no saber si habría un regreso. Apoyándose en un último recurso, la tomó entre sus brazos, la besó, acariciando sus mejillas, cuello y espalda. Luego la miró a los ojos para decirle:

-No importa si tenemos o no, hijos. Amo todo lo que hemos tenido hasta ahora, no cambiaría nada. ¡Quédate a mi lado mi amor!.

Ante los ojos llorosos de aquel hombre enamorado, la decisión de alejarse se mantenía firme. Sin apartarse de él, Azucena expresó su punto de vista:

-No me digas que no te importa Gustavo. Te importa muchísimo, tu deseas tanto como yo, tener hijos. Tarde o temprano nos afectará, por eso creo que lo mejor para ambos es alejarnos por un tiempo. 

Azucena recogió pocas cosas que consideraba útiles para su proceso, incluyendo el retrato de su matrimonio, uno de los tantos días más felices de su vida. Dejando atrás a su esposo, caminó hacia la puerta de entrada de la casa, y posando su mirada en cada rincón, pensaba en todo lo que dejaba atrás. Sabía que debía irse, aunque deseaba quedarse. Abrió la puerta y cuando se disponía a salir, gritó:

-¡TE AMO GUSTAVO!!.

Fueron sus últimas palabras antes de marcharse para sanar. Gustavo se mantuvo en la habitación tratando de asimilar lo sucedido.

Continuará...