¿QUÉ TANTO APORTA LA ZONA DE CONFORT?
La zona de confort, entendí, que puede ser cualquier lugar, actitud, persona, hasta una camisa vieja que te brinde "seguridad" y en la que en muchísimas ocasiones, deseas soltar sin prisa.
Algunas veces, me sentí sin ese "chispazo movilizador" para abordar los retos. Por mucho tiempo estuve convencida que en las cuatro paredes de mi habitación encontraría la motivación que necesitaba. Mi zona de confort era "tan agradable"; no notaba lo aislada que estaba del mundo. Leía libros que me inspiraran a soñar en grande, sentirme dominante, poderosa; creyendo que de esa forma me movilizaría, esa sensación la sentía pero duraba muy poco. Cuando por fin opté por salir al mundo, realizar actividades diferentes a la que estaba acostumbrada y relacionarme con otras personas, comprendí que necesitaba experimentar cosas nuevas, tomar acción para sentirme plena, confiada, y con disposición para enfrentar los retos.
Nunca hubo cambios positivos en mi zona de confort, más que unos deseos reprimidos de hacer algo diferente y aventurarme a tomar riesgos, el mayor desafío.
El miedo se vale de cualquier recurso, y no es malo sentirlo, el problema radica cuando se apodera del cuerpo, la mente y encarcela el espíritu. La zona de confort juega a ser ideal, pero no lleva a ningún lugar en el que te sientas "vivo".
La zona de confort es tan enfermiza como cualquier otra adicción. Se siente que algo falta, propiciando el apego hasta por lo más insignificante. Todo sin un por qué razonable.
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