PARTE II
"La vida nos muestra que los vacíos no se dejan a medias, no se callan, ni distraen; deben atenderse."
Azucena siente la necesidad de gritar, llorar hasta no sentir el peso de su dolor. Tiene oportunidades, muchas, para embarazarse pero el dinero se limita y la necesidad de ser madre aflora otras emociones. Vendió su automóvil, un cacharro como solía llamarlo, recibiendo tan poco dinero para completar con los ahorro de su esposo y poder efectuarse esta última fertilización in vitro, la cual, no resultó.
Azucena es la segunda de dos hermanas. Es tía de 3 niños (Fabián de 9 años, Santiago de 7 años y Anabella de 4 años). Los tres pequeños son hijos de su hermana mayor Florencia. Los fines de semana suele compartir junto a su esposo, con sus sobrinos, hermana y cuñado en casa de sus padres. Los hombres se agrupan para comentar las últimas jugadas del fútbol europeo y criticar a algún jugador, mientras que, las mujeres se juntan para ponerse al día sobre sus temas más íntimos. Esta vez, le tocó a Azucena hablar de su pérdida causando una gran tristeza en las presentes. Su madre la abraza y le da ánimos para que no pierda las esperanzas.
-Mi amor, sé lo difícil que es para tí y para Gustavo (esposo de Azucena) toda esta situación, pero, por muy difícil que les resulte éste proceso, no pueden perder la fe. Veremos cómo juntamos el dinero para que nuevamente te realices una fertilización. Algo me dice que pronto me harás abuela.
-Sí mi hermana, mamá tiene razón. Además, Gustavo y tú son jóvenes; hay parejas con miles de complicaciones que han tenido hijos. A mi me costó un poco, y mírame ahora, tengo 3 que valen por 10.
Con ojos llorosos, Azucena agradeció el apoyo:
-Gracias por sus palabras. Necesitaba desahogarme, escucharlas, sentir el apoyo de ustedes. No es fácil todo esto. No tengo 28 años, tengo 39. Sabemos que la del problema soy yo, y me cuesta muchísimo comprenderlo, aceptarlo.
Continuará...
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