PARTE VI
Los días pasaban rápido, por lo menos, así lo veía Martirio. Con cada clase aprendía y despertaba aún más, su curiosidad por la gastronomía. Se sentía joven, despierta y su esposo lo notaba. El chef veía lo dedicada que estaba su alumna y asombrado cuando supo que dibujaba lo que cocinaba y que eran contadas las ocasiones en las había cocinado. Para el chef era agradable contar con esa anécdota porque ya no veía a una alumna más, ahora consideraba a un ser humano que tuvo el valor para atreverse a hacer algo fuera de su estado de confort. Es normal que una señora con buena posición económica esté entretenida con viajes o descansando en un lugar paradisíaco. Martirio era la excepción, y estaba comprometida con su decisión de aprender y avanzar. Poco a poco los miedos se esfumaban, desarrollaba habilidades para manejar técnicas nada fácil de aprender, pero que ella, supo coordinar casi a la perfección. Sus clases debían practicarse y era necesario disponer de su cocina, para eso, contó con la ayuda de sus empleadas, que luego, se convirtieron en críticos. Manuel era quién sufría al ver tanta comida y no poder comer la cantidad que quisiera, pues Martirio le recordaba lo importante de cuidar su salud. Martirio preparaba porciones acorde al número de personas presentes, por lo que no sobraba nada. Consuelo frecuentaba la casa mucho más que antes, la razón era evidente, probar la comida de su amiga. Martirio se ganó el respeto de sus compañeros, a los cuales adoptó como sus hijo de cariño. No era extraño una reunión entre compañeros antes de cada clase y conversar sobre las recetas y la innovación en utensilios. Su vida era otra, dejó de importarle su edad y opiniones. Sentía que nada era imposible, que lo más difícil es comenzar y una vez que lo logras, liberas la carga mental y emocional a la que te sujetabas por miedo.
Comentarios
Publicar un comentario