PARTE II

Ver la expresión de Consuelo al probar su comida, fue un placer. Martirio notó cómo su amiga cerraba los ojos para saborear cada bocado. Suponía lo que habría de sentir, y decir. Sus colaboradoras, también disfrutaron de la comida y una de ellas comentó:

-Señora Martirio, usted cocina sabroso. Aunque no esta bien que esté en esto. Para eso estamos mi compañera y yo, para servirle.

Martirio se sintió complacida, mientras que Consuelo, estaba extasiada con la comida que no prestaba atención al comentario de la chica. De repente, Consuelo termina su comida y voltea en busca de su amiga. Sin más preámbulo le notifica: 

-¡Es lo mejor que he comido!. ¿Desde cuándo sabes de cocina?, tienes talento amiga.

Martirio respondió con una sonrisa:

-Desde que era joven. Quise especializarme y no era lo indicado para mi. Te cuento que nunca cociné, dibujaba todo lo que agregaría si lo hiciese. Así fue que pude prepararles esta comida.

Consuelo quedó sorprendida al escucharla y le aconsejó emprender nuevamente su sueño. Por su parte, Martirio pensó en su edad, en lo difícil que le resultaría aprender cosas nuevas, aunque la idea le encantaba. Después de este día, Martirio tomó la decisión de aventurarse y buscó apoyo en su esposo. Manuel la escuchó atentamente; la tomó de la mano y mirándola a los ojos, le preguntó:

-¿Qué tiempo tiene este sueño rondando en tu mente, mi amor?.

Martirio le respondió con toda sensatez: 

- Desde antes de casarnos. Esta idea nunca dejó de perseguirme y antes de escuchar alguna palabra de desacuerdo, te digo que, intentaré lograr este sueño. 

Manuel sonrió para decirle:

-No pienso detenerte. Pero sí tengo que hacerte un reclamo. ¿Por qué no me comentaste sobre esto?. Nunca te prohibí nada. 

Martirio se relajó por completo y le respondió:- Pensé más en lo que otros opinarían sobre mi decisión y hasta ahora me doy cuenta de mi error. La edad no perdona mi amor y no quiero fallecer sin cumplir mi sueño. 

Manuel la abrazó con ternura, buscó su mirada para perderse en ella. No dejaba de contemplarla, acariciarla. Estaba tan agradecido con la vida por la dama que lo acompañaba. En un momento, posó sus labios cerca del oído de su esposa para susurrarle palabras cargadas de erotismo. Dejándose llevar por el instante, aquella mujer de fragilidad notable, sentía perder el control total de su ser para sumergirse en la piel de su amado.

Con 68 años de edad, Manuel es un hombre sano; su esposa cuida de su alimentación y lo motiva a hacer ejercicios. En una oportunidad intentó practicar yoga con Martirio, y terminó de regreso a casa con prontitud. Bromeó con cada posición hasta golpear su espalda. La recuperación fue rápida, aunque suele molestarle justo cuando su esposa lo invita a ejercitarse. 

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